CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DEL NIÑO/A DE TERCER CICLO
PERSONALIDAD
Cada niño construye su perfil evolutivo de una
manera peculiar y como fruto de la interacción entre su programa madurativo
propio (que en unos niños se desarrolla más aprisa y en otros más despacio) y
el medio ambiente concreto en que tal programa se desarrolla (medio ambiente
que para unos es estimulante, mientras que para otros es pobre en estímulos).
Un alumno/a es más competente en unas cosas que en
otras, logra antes algunas adquisiciones que otras, etc., y otro niño de su
misma edad y de aproximadamente su mismo nivel de desarrollo puede destacar más
en otras cosas y adquirir con más precocidad o destreza características
diferentes.
Las diferencias se hacen aún más evidentes cuando
nos fijamos en las distintas facetas de la personalidad del niño, sus destrezas
sociales. Podemos encontrarnos con niños muy avanzados en lo que a inteligencia
se refiere, sin embargo presentan unas características de personalidad
infantilizadas o pocas habilidades sociales; en otro niño esta combinación
puede aparecer a la inversa.
Los cambios que se producen afectan a todos los
ámbitos: al modo en que comprenden las características de los demás y de sí
mismos como seres sociales, a su concepción de las relaciones y, a su
representación de las instituciones y sistemas sociales en que se hallan
inmersos.
A los 10 años el niño se muestra complaciente y
sereno. Sobre los 11 se va afianzando cada vez más su personalidad. Se hace más
curioso, charlatán, investigador e inquieto. El hambre física de alimento se
despierta con la misma fuerza que el hambre por saberlo todo, escudriñarlo todo
y preguntar incansablemente. Se desarrolla la comprensión de sí mismos.
Pueden reconocerse desde varias competencias al
mismo tiempo. Sentirse flojos en el deporte pero buenos para tocar un
instrumento musical, buenos para hacer amistades y para ser aceptados, etc. En
ocasiones, su mal genio, puede poner en riesgo a sus relación con los demás.
Se van haciendo más autocríticos y su autoestima
se resiente en cuanto empiezan a verse de forma más realista, con puntos
débiles además de los fuertes. Normalmente se evalúan comparando sus
habilidades y sus logros con los de los demás. Suelen sentirse más responsables
de sus limitaciones.
La acción, la apertura al mundo y, como
consecuencia, el adiós a la infancia conquistando la propia autonomía frente al
adulto, es lo más característico que, a la postre, termina consiguiéndose al
final de la etapa.
Entre los diez y doce años el niño protesta si le
tratan como a un niño y siente que ha crecido bastante como para sentirse más
grande, fuerte y responsable de lo que se entiende por un niño.
Hay que enseñarle a descubrirse a sí mismo para
que entre con fuerza, equilibrio y confiadamente en la adolescencia.
AUTOESTIMA
En la medida en que el niño de once o doce años se
valore, estime y considere capaz y competente, habrá más esperanzas de una
maduración psicológica, mental y social adecuada y de un ser humano feliz y
capaz de hacer felices a los demás.
Los problemas de talla, debido al adelanto en el
desarrollo de algunos compañeros y la obesidad pueden ser problemas que afecten
seriamente la autoestima y el bienestar emocional.
EXPRESIÓN
EMOCIONAL
Llegada la edad de los 10 años el niño está
pasando de la infancia a la preadolescencia de manera casi imperceptible para
los padres y educadores. Es la edad de oro del equilibrio evolutivo del niño,
que es sereno, franco, familiar y cariñoso con los suyos.
En general, son más tranquilos y seguros que antes
y menos miedosos. Casi todos sus problemas y dificultades se reducen a lo
escolar: deberes, tareas excesivas, etc., que les producen ansiedad.
A los 11 años, es como si una fuerza incontrolable
y desconocida se apoderase de ellos. Pueden resultar, en ocasiones, rencorosos,
desagradables e insolentes. Hacen el “payaso” a cada momento, gruñen y se
contrarían prácticamente por todo.
El preadolescente vive en un estado general de
emoción que le lleva a experimentar de un modo exagerado todo lo que le rodea.
Ante cualquier acontecimiento que carece de importancia para el adulto, el
preadolescente puede mostrarse lleno de ira, de temor o experimentar un
enamoramiento alocado.
Todo le afecta. Es como si siempre estuviera
accionada la sensibilidad. Aparecen estados de exaltación y alegría que se
combinan con otros momentos de retraimiento. Se muestra sensible a estímulos a
los que hasta entonces no prestaba atención.
CONOCIMIENTO
SOCIAL
Se producen muchas modificaciones que son
consecuencia de su mayor capacidad cognitiva, sus cambios físicos y emocionales
y del aumento de experiencias que se van teniendo con las distintas realidades
sociales que le rodean.
Los niños empiezan a comprender a la conducta
humana como un conjunto de acciones que están influidas al mismo tiempo por
necesidades y emociones diversas, y por las relaciones y motivos humanos
complejos.
Son conscientes también de las consecuencias que
pueden provocar ciertas acciones que puedan realizar.
Controlan cada vez mejor sus emociones. Significa
que los preadolescentes adquieren cada vez mayor sensibilidad y mayor
comprensión con relación a las experiencias emocionales de los demás. Son más
capaces de reconocer y reformular, o evitar afirmaciones potencialmente
ofensivas para respetar los sentimientos de los demás (el niño de once años
tiene muchas menos probabilidades de decirnos, comparado con el niño de seis,
que nuestra barriga es demasiado gorda, o comentar en voz alta lo feo que
parece el abrigo que lleva esta persona, etc.)
DESARROLLO
FÍSICO Y MOTOR
En algunos alumnos se manifestará una
consolidación del equilibrio motor alcanzado y otros comenzarán los procesos
característicos de la pubertad que se materializan en los cambios morfológicos
consecuencia de la actividad hormonal:
• Crecimiento
• Aumento
de la musculatura
• Redondeamiento
de la figura
• Primeros
signos de vello
En cuanto a las habilidades motoras, los chicos y
las chicas son prácticamente iguales en sus aptitudes físicas, excepto en la
mayor fuerza que tienen los chicos en el antebrazo y la mayor flexibilidad
general que tienen las chicas.
En la mayoría de las actividades físicas que se
realizan durante la preadolescencia el sexo no es tan importante como la edad y
la experiencia.
Por lo tanto, las diferencias individuales se
derivan de la experiencia, del entrenamiento, así como de la herencia de cada
persona.
En lo que sí hay diferencia es en la aparición de
los cambios anatómicos y fisiológicos, que al final de la etapa empiezan a
aparecer.
SENTIDO
MORAL
El chico manifiesta marcados progresos hacia el
desarrollo moral autónomo. En ello influye el desarrollo cognitivo, el umbral
de capacidad de abstracción e idealización.
A los 10 años, 5º curso, el niño tiene un código
moral estricto y un fuerte sentido de la justicia y de la nobleza. Entra en el
mundo del adulto y tiene una conciencia casi exagerada de la responsabilidad.
No es tramposo y sólo miente por consideración o por compasión. Tiene
conciencia del ahora y de la previsión y presume de ser justo.
A los 11 años, 6º curso, se intenta liberar de la
autoridad establecida en casa y en la escuela y tomar decisiones por sí mismo.
A menudo, se encuentra desconcertado ante el bien y el mal y decide según su
sentido común o sus sentimientos. Posee ya un tremendo respeto a la justicia.
En definitiva, el alumno logrará:
Percibir su situación en el mundo social.
Aceptar las normas.
Adoptar comportamientos cooperativos.
Evolucionar desde posiciones de heteronimia moral
a posiciones de autonomía y acuerdo.
Desarrollar actitudes y comportamientos de
participación, respeto recíproco y tolerancia.
DESARROLLO
SOCIAL
Relación con los adultos: padres y profesores
pueden ser juzgados críticamente. Esto es debido en parte a las nuevas
adquisiciones cognitivas que comienzan a manifestarse (cierta apertura al
pensamiento formal). Ello les permite establecer algunas hipótesis sencillas y
contrastarlas.
En casa ya no son tan condescendientes y dóciles a
la hora de echar una mano y colaborar. Se hacen más los remolones. Los padres
deben derrochar comprensión paciencia y actitudes de diálogo, ofreciendo
razones y explicaciones pero siendo exigentes con los hijos para que cada cual
asuma su parte de responsabilidad.
Relación con los compañeros: los amigos tienen un
gran protagonismo los grupos comenzarán a hacerse mixtos, pues se han dominado
las normas del grupo homogéneo y, además, van apareciendo los intereses
sexuales.
Los niños se comparan entre sí y el desarrollo
físico durante este período puede afectar al tema de las amistades, que en
parte se basan en la apariencia y en la competencia física.
Sea como fuere, el grupo de compañeros es
probablemente el sistema que mayor influencia ejerce sobre los niños en esta
edad. Cada vez se hacen más dependientes de sus compañeros, no sólo para
disfrutar de su compañía, sino también para la autovalidación y para recibir
consejos.
Cada vez consideran más la amistad como un foro en
el que es posible abrirse al otro y esperan que esa intimidad se corresponda.
Exigen más de sus amigos, cambian menos a menudo
de amigos y encuentran mayores dificultades para hacer nuevas amistades, además
de afectarse más cuando se rompe una amistad. Se van volviendo más exigentes
para buscar amigos y sus grupos se reducen cada vez más. A la edad de 10 años
los niños muchas veces tienen un “mejor amigo” a quien le son bastante leales;
esto suele ser más aparente en las chicas.
Cada vez se preocupan más por las personas a las
que no conocen personalmente, lo que les lleva a participar en conductas sociales
como las de recoger dinero para ayudar a los menos afortunados, etc.
DESARROLLO
COGNITIVO
Se consolidan las operaciones lógico-concretas y
de las características del ciclo anterior.
Se desarrolla ampliamente la capacidad de
síntesis, de extracción de características, de abstracción que le permitirá al
niño precisar y disociar cualidades de los objetos y fenómenos y que marca ya
la transición hacia la lógica formal.
El pensamiento es más sistemático y ordenado y, al
tiempo, más flexible, dado que la conservación del orden de los datos y la
seguridad que ello proporciona le permite, en ocasiones, “trascender” esos
datos y actuar mentalmente de forma más rápida.
Existen en este período cambios funcionales en la
capacidad de procesamiento y estos cambios pueden ser debidos a una mejora en
la eficacia operacional, en las estrategias que utiliza el sujeto y en el
conocimiento que posee de la tarea.
Cambios Cognitivos (intelectuales) que se
producen:
Tiene mayor capacidad para pensar sobre su propio
pensamiento (metacognición). El alumno es capaz al realizar una tarea de
observar sus propios procesos o de reflexionar sobre ellos. Puede ir
controlando sus propios mecanismos de aprendizaje y permitiendo, por tanto, que
el niño “aprenda a aprender”.
El niño va haciéndose más consciente de sus
capacidades y limitaciones cognitivas y adquiriendo paulatinamente un mayor
control y planificación de su actividad, fruto de la interacción social y
comunicativa con los adultos.
Son más conscientes de sus puntos fuertes y
débiles intelectuales (uno puede ser bueno en matemáticas y ciencias pero no
tan bueno en otras).
Identifican tareas difíciles y dedican un mayor
esfuerzo haciendo una evaluación de su propio progreso. Por ejemplo, deben ser
capaces de juzgar cuando han aprendido la ortografía de una serie de palabras.
Utilizan más recursos para planificar y usar sus
aptitudes: saben que para pensar bien hay que tener en cuenta todos los datos,
planificar formular hipótesis alternativas.
Recuerdan más elementos de información. Hay un
desarrollo de las habilidades selectivas de atención y de memoria; además de
utilizar la repetición para memorizar, comienza a agrupar la información en
categorías con el fin de poder recordarla mejor.
Comienzan a darse cuenta también de la importancia
de las estrategias de recuperación de la información; es decir, qué puedo hacer
yo para recordar algo aprendido anteriormente. Piensan en pistas para estimular
la memoria (la primera letra de un nombre o intentando visualizar lo que se
intenta recordar: un mapa, el libro de texto...).
Aumenta la velocidad y la capacidad de procesar la
información. Esto es debido también al aumento del uso de estrategias, por
ejemplo: en la lectura, los niños pasan de aprender a leer a “leer para
aprender”.
Con la necesidad por tanto de desarrollar unas
estrategias que les permitan realizar estas tareas con una cierta eficacia.
Para ello, es necesario que el lector sepa reconocer en el propio texto, bien a
partir de las indicaciones que contiene, bien a partir de su propio
conocimiento, las ideas más relevantes. Ésta es una habilidad que se adquiere y
que es un requisito necesario para el desarrollo de unas adecuadas estrategias
de estudio.
Aumenta su nivel de conocimiento sobre un tema.
DESARROLLO
LINGÜÍSTICO
El alumno, en su desarrollo lingüístico, presenta
un mayor control de la comprensión y del uso del lenguaje. Los niños adquieren
hasta 20 palabras nuevas cada día para llegar a dominar un vocabulario de casi
40.000 palabras a la edad de diez años.
Las características de esta etapa son:
La sintaxis se hace más compleja.
Se comprenden las formas sintácticas de la voz
pasiva (antes, la expresión “Beatriz fue felicitada por Daniel” se entendía
como “Beatriz felicitó a Daniel”).
Dominio de conceptos gradualmente más abstractos.
Ampliación de la comprensión del lenguaje y
conceptos matemáticos (números romanos, sistemas de medida, decimales, fracciones,
gráficos estadísticos, geometría, planos y mapas y sus escalas, etc.).
Los cambios corporales repercuten en ciertos
desajustes motores (expresión corporal, escritura, plástica, etc.).
En síntesis, el alumno al terminar esta etapa está
abierto a nuevos ámbitos de experiencia y posibilidades comunicativas. El
lenguaje verbal interviene de forma decisiva en este proceso pues constituye el
instrumento básico del pensamiento y la regulación de la propia conducta y de
intercambio social.
La lectoescritura le hace posible el acceso a
nuevos lenguajes. El léxico se amplía y es cada vez más concreto. La gramática
se acomoda al uso convencional.
BIBLIOGRAFIA
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Sánchez
Acosta, Maria Elisa, y González, Matilde. Psicología general y del desarrollo.